Carta a la depresión.
- Carta a una muerte anunciada:
- 7 jul 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 7 ene 2023
Querida mía,
Hoy te escribo porque es el último atice que me queda en este momento para decirte todo lo que siento respecto de ti. Ya me tienes cansada de tanto aguardar las buenas noticias esperando que no sean tan buenas. Me he cansado de ver como me conviertes en una sombra de lo que antes había sido; de mis sueños, mis metas de cada año, a fin de año y a inicios de año. Me tienes fastidiada de lo mismo de siempre; de este no querer abrir los ojos cada la mañana, ni bañarme o escoger la ropa que me voy a poner y de no querer ver a nadie (¿para qué?). Para que me diga, "¡échale ganas!"; en dónde fregados viene esa frase -¿en el cereal? Como si uno viniera a esta vida a tratar de fracasar en la vida o sencillamente a no "le echará ganas".
No quiero ver a nadie, porque nadie sencillamente entendería cómo una mujer como yo, del tipo que soy yo; alta, atractiva, preparada y de más pueda estar en esta situación contigo. Me avergüenzas delante de los demás cuando inconteniblemente me suelto a llorar por nada. Cuando me encabronas porque simplemente me sacan de mis casillas tan fácilmente que es incomprensible para los demás, está situación. No importa qué siento, por qué lo siento, cómo lo siento o cuándo y cuánto, sencillamente es incomprensible como una mujer como yo. Pero si les pasa a todos, o no, en algún momento tu los coges por la espalda y sencillamente se fregaron para el resto de su vida porque siempre lucharán para sacarte de sus vidas, ¡maldita!
Así empieza una de las cartas que una persona anonimia, escribe a la depresión, en una de las intervenciones que he hecho para que trabajemos está enfermedad. La depresión es uno de los padecimientos más comunes hoy en día, y de los cuales lejos de disminuir el número de personas que la padecen, ha incrementado sus cifras, incluso en la gente más jóvenes, como niños de 6 años o hasta menos.
Nunca será demasiado tarde para hacer todos los esfuerzos posibles para erradicar la depresión. El asistir con el psiquiatra es importante, pero incluir el apoyo de un psicólogo o psicoterapeuta, es indispensable. El proceso no será corto y tampoco agradable, pero ¿cuánto tiempo más así piensas estar? Yo espero que no más y que inicies la búsqueda de especialistas que puedan ayudarte.

Es como esa frase, "¡cuídate!" o "¡cuídate mucho!". Desde el momento que escucho una de esas frases, es como si se me hubiera metido un insecto en el oído y me lo fastidiará, sabes. Te conozco perfectamente y la gente, también; eres "la cochina muerte anunciada" que viene a matarme en vida. A hacerme sentir un inútil trapo viejo y sucio que no sirve para nada y, para lo mismo (ensuciar). Te he estado observando, lentamente y digo, "ni me gustas", no me siento atraído por ti y ya te has metido en mi piel hasta llegar a mis huesos como pinche frío. No puedo dejarte, día y noche estás permanentemente en mi ánimo (¿Cuál?).
¿Me has llamado? No, pero sin embargo, yo te he escuchado claramente con esa voz suave que se va metiendo en mis oídos; "¡inútil!", "¡bueno para nada!". Me pregunta, "¿qué quieres hacer?" y yo contesto, -"No, nada (pensando, "para qué si no sirvo para nada") y entonces, me vuelvo a dormir. Para qué despertar, no hay nada nuevo bajo el sol más que mi cara triste, sucia, avejentada. Nada me anima, nada; ni la comida me sabe; ni se me antoja absolutamente, nada.
Eres, "la maldita y cochina muerte anunciada". Te vi cuando llegabas, con tu cochina paciencia, de pasos lentos como si una vez que entras no es fácil sacarte y por eso no tienes prisa, ¡desgraciada!. Para qué apresurar lo que inevitablemente ya tiene su momento de ser. Te vi que llegabas desde la primera vez que un amigo decía, "te van a correr", "te piensan correr del trabajo". Y entonces, yo luché como nunca (que no me digan que no "le eche ganas" porque yo mismo le he echado más ganas de lo que mis fuerzas me han permitido). Pero cómo luchar con lo que no se puede, el cochino sistema, las "cochinas palancas", "las envidias", los recortes de personal. Ya me querían despedir y me despidieron. De nada sirvió el conocimiento, las "ganas", el trabajo fuera de horas, los compañeros, nada.
Eres la "cochina muerte anunciada" que otros llamarán depresión pero que no saben un momento de qué se trata porque ellos, "le echan ganas" y les "funciona". "Ve a terapia", me han dicho. Muy encabronado les contesto, "Para qué si me desahogó más en el bar con los amigos". ¿Para qué, si le echado ganas y ya nada me funciona? Te has apoderado de mi como la mujer obsesionada, controladora, manipuladora.
"¿Qué te has creído desgraciada?", no sabes cuántas ganas tengo de irme lejos y dejarte aquí encerrada para que nunca más vuelvas a encontrarme y no muera yo en tus horribles y desastrosos brazos que me asfixian. Te tengo que eliminar desgraciada y si para eso he de ver a un loquero, pues voy a verlo no me importa que me digan, "Ya sabía, está loco". No me importa desgraciada, si el loquero te mata, "qué lloren en tu casa a que lloren en la mía".
Te vas mucho a la fregada, desgraciada depresión del mal. Yo me voy con el loquero que sabe más de ti de lo que saben mis amigos los del bar. A ver si me ayuda a "echarle ganas". Ni pienses que te voy a extrañar.
P.D.: Ya te vi que le echaste el ojo a mi vecina la loquera.
Está carta fue elaborada con la idea general de representar a una depresión. Fue pensada para que los que creen que la depresión es una simple tristeza que se puede curar mediante frases positivas u optimistas, no.
Quiero expresar una idea vaga de lo que resulta la depresión, que es la "muerte" del ánimo, los deseos; de interesarse en las cosas más pequeñas y sencillas de la vida que muchas veces son las que te animan a continuar a pesar de las cosas que suceden en la vida. No pueden continuar con una vida habitual y que muchas veces no tiene que ver con
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